Aquí tenéis el primer testimonio de un consumidor profesional del agua.
La experiencia de alguien que ama sus cultivos y se preocupa de la salud de su agua porque sabe que repercute directamente en la calidad de sus productos y en la satisfacción de sus clientes.
Veamos que nos cuenta Santi...
Mi nombre es Santi Noé, de Horticultura Noé s.c.p., en Cabrera de
Mar (Barcelona).
Soy agricultor por tradición familiar, formo la tercera generación.
En casa cultivamos hortalizas (tomates, patatas, calabacines, cebollas,
lechugas y zanahorias, entre otras) y algunas frutas.
Esto significa que limitamos al mínimo el uso de pesticidas y utilizamos la lucha biológica (insectos depredadores y parásitos autóctonos) para proteger nuestros cultivos. Para regarlos usamos sistemas de aspersión (patatas, zanahorias…) o de goteo (calabacines, tomates, ..).
Pero para llegar a tener una buena producción y estar conforme con nuestro
compromiso de calidad y protección del medio ambiente, necesitamos controlar y
adecuar dos parámetros importantísimos del agua:
- el PH
- la Electro Conductividad (EC)
El PH del agua de nuestro pozo es de unos 7,8 (en una tabla de 0 hasta
14, y donde el PH neutro es 7, siendo ácido el PH inferior a 7).
El PH óptimo para nuestros cultivos es de 6 a 6,5. Por pH
óptimo, entendemos un pH que favorezca la buena absorción de nutrientes por
parte de la planta y que permita una perennidad de las instalaciones de
riego (los goteros, para no obturarse con impurezas, necesitan que el agua sea
un poco ácida).
El agua de nuestro pozo tiene una EC (cantidad total de sales y
minerales nutritivos) que oscila mucho, va desde 2,2 hasta 4,5. O sea,
una EC alta provocada por la proximidad del mar y aleatoria como suelen ser las
aguas provenientes de capas freáticas (agua de pozo).
La EC óptima depende
del cultivo, y en nuestro caso, sería entre 2 ó 3 décimas por encima de la
lectura de EC para garantizar una aportación suficiente de nutrientes para las
plantas. Un exceso de sales perjudica el correcto crecimiento del cultivo por
saturación de minerales, así como una falta de ellas, supondría una desnutrición.
Abonamos con nutrientes solubles aptos para fertirrigación (A + B:
principalmente Nitrógeno, Fósforo y Potasio) que se inyectan en el agua de
riego bajo el control de un ordenador. La EC de los nutrientes sumada con la EC
inicial del agua y de la tierra no debe sobrepasar el límite aceptado para cada
cultivo, siendo éste el momento de dejar de incorporar nutrientes para que el
incremento de sales no los perjudique.
El ordenador situado al lado del pozo, mide el PH y la EC del agua
mediante sondas instaladas en la tubería de riego, controlando y optimizando el
agua de riego e inyectando, si fuera necesario, un corrector de PH y la dosis
necesaria de abonos.
Gracias a este control del agua optimizamos nuestra producción, no
perjudicamos el medio ambiente por exceso de abonos que podrían contaminar las
aguas subterráneas y satisfacemos a los paladares de nuestros clientes.
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